Gonzalo Peoli,   Cuba


La mañana

En un lecho de púrpura y de grana
levanta el bello sol su roja frente,
por respirar el seductor ambiente
de la risueña y plácida mañana.

De verdor la floresta se engalana,
la atmósfera de un velo transparente,
y el fresco arroyo en su fugaz corriente
lleva el aroma de la flor temprana.

El ave oculta entre el ramaje umbrío
también saluda la rosada aurora
con voz que envidia el murmurar del río;

mas ¡ay de mi alma que el amor devora,
y que al cantar con esforzado brío,
solo puede llorar a la que adora!


La tarde

Cuando entre nubes de carmín y rosa
oculta el sol su ardiente cabellera,
y el claro arroyo en la feraz pradera
clamar parece por la luz hermosa;

cuando la voz del ave melodiosa
se escucha entre las ramas lastimera,
y la radiante, abovedada esfera
entre sombras y luz se halla dudosa,

todo es tristeza y pavorosa calma;
suspira el limpio arroyo, el ave llora,
y dulcemente agítase la palma:

Y entonces el triste que el amor devora
exhala un ¡ay! fatídico del alma
y sólo piensa en la mujer que adora.


 
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