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Graciliano Chaverri,   Costa Rica, 1854 
  
Tus ojos
  
Todo en ti me enamora y me fascina: 
tu seductora faz americana, 
tu talle y tu figura soberana, 
tu deslumbrante cabellera ondina.
  
 
Tu voz –que de tu boca purpurina 
como cascada bullidora mana– 
y esa arrogancia tuya de sultana 
que es de una venus la actitud divina.
  
 
Mas nada, nada, en mi entusiasmo, tanto 
me admira de tus gracias y me asombra, 
como tus ojos en que amor destilas.
  
 
Que el mismo Dios, por aumentar tu encanto, 
en forma de astros condensó la sombra 
y los puso en tus ojos por pupilas. 
  
 
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