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Guillermo Rancés,   España, 1854 
  
Un plato de judías
  
Para poner un plato de judías 
que puedan asombrar al mundo entero, 
se debe preparar un cocinero 
estudiando el asunto quince días.
  
¿Se pueden aplicar las salsas frías? 
¿Se deben de servir en el puchero? 
Resolver tales dudas yo no quiero 
ni escribir sobre el caso tonterías.
  
No extrañes, pues, lector, que tan mal ande 
el que tan regalón pasó la vida, 
que comiendo con gusto y con deleite
  
se engulló casi siempre la comida 
sin poder distinguir, ¡lástima grande! 
la manteca, en los guisos, del aceite. 
  
 
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