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Hortensio de Icaza, Panamá, 1883
El árbol de la muerte
Cuentan que en las Caribes un viajero,
de ceño torvo y ojos como llamas,
una noche –del sueño prisionero–
se durmió bajo el árbol traicionero
que mata con las sombras de sus ramas.
Y, sin embargo, conservó la vida,
y cuando el alba derramó su brillo
se alzó del suelo y se marchó en seguida;
era aquel hombre extraño un parricida
y murió esa mañana el manzanillo.
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