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Ignacio Caparros, España, 1855
Resurrección
Razones guarda el pecho en su congoja,
que el alma no comprende, alborozada.
¿De qué se ríe el mirlo en la enramada?
¿Por qué es perfecta aquella rosa roja?
En su cendal el aire se deshoja,
derrama ácida luz alucinada.
El mar está cantando. Nada, nada...
Escapa a ese sentir que no te aloja.
Quien tañe una campana tras la bruma,
avanza hacia la paz de un ancho puerto,
con que el vino celebre su agonía.
Olvida tu dolor, amigo. Exhuma
al hombre que en tu pecho llevas muerto
e invítale a beber de tu alegría.
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