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Jacinto Gutiérrez Coll, Venezuela, 1835
Eros
Desnudo ostenta el hombro alabastrino,
gallarda como rosa en primavera,
y del pecho la comba lisonjera
de encajes orna y transparente lino.
Voluntades rendir es su destino:
si ruega, manda; si suplica, impera;
que no la vio el placer más hechicera
de la hermosura en el altar ciprino.
En ti clavando los ardientes ojos,
con tierno halago su pasión delata
y al ósculo supremo te convida.
Acude, ven sobre sus labios rojos...
¡Y no importa morir, que si Amor mata,
del beso del amor nace la vida!
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