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José Antonio Falconi Villagómez, Ecuador, 1894
La lluvia, mi hermana
Siempre la lluvia gris... ¡Qué intensa
pena esta tarde de melancolía!
Su alma en nosotros a la par resuena
como una novia triste en agonía.
Y es otras veces una hermana buena
que al oído nos da su letanía,
intermitente entre la paz serena
de alguna noche desolada y fría.
¡Oh, la lluvia!... Mi hermana confidente
que me vela como a un convaleciente
y en mis labios su breve ósculo imprime...
¡Entre todos el único sincero!
Siempre la lluvia gris... Yo sólo quiero
su silenciosa música que oprime.
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