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Jerónimo Cancer y Velasco, España, 1655
A una rosa deshojada
Esa mustia beldad, que enamorado
tuvo al abrir su verde lozanía,
fragante joya, que al romper del día
sacó la primavera en el tocado;
Substituta del sol, astro esmaltado,
que igualmente alumbraba e influía,
y en su verde apacible tiranía,
por reina se hizo coronar del prado;
a mano descortés, seguir villana.
Rinde cuanto esplendor y pompa adquiere,
pagando como culpa el nacer rosa.
¡Oh! no se fíe la belleza humana:
que es breve flor, que cuando nace muere,
mucho más que por frágil, por hermosa.
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