Jerónimo de Lomas Cantoral,   España, 1578


Mis quietos días

Ya de mis quietos días el sereno
cielo se va turbando y con sosiego
en el alma se enciende un nuevo fuego
que me consume dulcemente el seno.

Recoge, corazón, recoge el freno
y a más sano lugar te vuelve luego,
pues que de amor el más sabroso juego
está con hiel templado y con veneno.

Al suspirar y al llanto triste y laso,
a oscura luz y a noches congojosas
no tornes, ya que miras libre el cielo.

Huye a los ojos bellos, cierra el paso
al vano desear y a mentirosas
esperanzas, y cércate de hielo.


 
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