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Jesús Castañon, España
Cada mañana
Cada mañana casi en vuelo,
como un preciado carillón,
escucho el carro del lechero
ir salpicando su canción.
Luego me duermo, sigue el viento
entre la niebla del balcón
entretejiendo olas y sueños
con la caricia de su voz.
Cuando despierto, nunca entiendo
el laberinto del reloj.
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