Joaquín Dicenta,   España, 1863


Sed de tus ojos

Sed de tus ojos en la mar me gana;
hay en ellos también olas de espuma,
rayo de cielo que se anega en bruma
al rompérsele el sueño, de mañana.

Dulce contento de la vida mana
del lago de tus ojos; si me abruma
mi sino de luchas, de ellos rezuma
lumbre que al cielo con la tierra hermana.

Voy al destierro del desierto oscuro,
lejos de tu mirada redentora,
que es hogar de mi hogar sereno y puro.

Voy a esperar de mi destino la hora;
voy acaso a morir a pie del muro
que ciñe al campo que mi patria implora.


Del triunfo

¡Cuánto sufrí y que solo! Ni un amigo,
ni una mano leal que se tendiera
para estrechar la mía... ni siquiera
el placer de crearme un enemigo.

En mi terrible soledad, testigo
de mi angustiosa vida, compañera
fue una pobre mujer, una cualquiera
que hambre, pena y amor partio conmigo.

Y hoy que mi triunfo asegurado se halla,
tú, amigo por el éxito ganado
me dice que la arroje de mi lado

que una mujer así denigra... ¡calla!
con ella he padecido y he gozado:
¡el triunfo no autoriza a ser canalla!


 
A B C D E F G H I J K L M N O P Q R S T U V W X Y Z

Página Principal       Spanish Poetry