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Jorge Carrasco, Chile
La mano hacia quien pide
Peor ataque no hay, mayor violencia
que no tender la mano a quien pide,
ni peor paz que la de quien decide
no dar al pobre un palo de insurgencia.
Fácil es admirar el arte y la ciencia,
respetar las leyes con que Dios mide
los actos y las rectas de un Euclides.
El pobre sólo estudia su indigencia.
De piojos, sarnas, hambres sólo sabe
y su pie de espinas y cortaderas.
La ley es remedio de un mal extraño.
Pan, himno démosle, refugio y llave
para abrir el mundo y sus canteras.
Y ley para guardarse del engaño.
No serás la manzana podrida
Coge lo que otro elige y elegido
serás entre tanta horma parecida.
Súbete al destino mil de esta vida
y piérdete entre tantos, ya perdidos.
Di lo que quieran que digas: vendido
tu verbo al desarrollo de la espiga.
Que el charlatán diga lo que diga
si a tu silencio debes tu vestido.
Sé como miles que dieron razones:
las de pensar como pensaron miles,
las de sentir como sienten millones.
Huye de ti: en el huerto de los viles
tu tallo solo pisan los ratones
y te acusa el verdor de perejiles.
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