José Manuel Carbonell, Cuba, 1880 Día de lluvia Llueve copiosamente. La mañana, como una Ofelia triste y ojerosa, empapa con sus lágrimas, llorosa, el campo verde azul de la sabana. Medito. Pienso, grave, en la lejana esperanza de un sueño; en la dichosa edad, que, como abeja rumorosa, dejó su miel de amor en mi ventana. Y mientras cae monótona la lluvia, las crenchas de una cabecita rubia, trémulo, beso con febril delirio; el árbol, ya sin flores, de mi vida exubera en la rama carcomida la milagrosa floración de un lirio. |