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José Ramón de Betancourt, Cuba, 1823
La que debo amar
No quiero un ángel, no: que en ilusiones
así miraba a una mujer divina,
mas busqué el alma y la encontré mezquina,
juguete vil de necias impresiones.
No quiero la mujer cuyas pasiones,
ardientes como el sol que me ilumina,
en el lecho de infame Mesalina
me haga olvidar mis castas afecciones.
Quiero un alma sencilla tierna y pura,
que la virtud anime con su llama,
que en su fiel corazón guarde el tesoro
de mi honor, mi consuelo y mi ventura.
Así es la virgen bella que me ama,
así la debo amar, así la adoro.
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