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José María Heredia, Cuba, 1803
Inmortalidad
Cuando en el éter fúlgido y sereno
arden los astros por la noche umbría,
el pecho de feliz melancolía
y confuso pavor siéntese lleno.
¡Ay! ¡así girarán cuando en el seno
duerma yo inmóvil de la tumba fría!...
Entre el orgullo y la flaqueza mía
con ansia inútil suspirando peno,
pero ¿qué digo? -Irrevocable suerte
también los astros a morir destina,
y verán por la edad su luz nublada.
Mas superior al tiempo y a la muerte
mi alma, verá del mundo la ruina,
a la futura eternidad ligada.
Vanidad de las riquezas
Si la pálida muerte se aplacara
con que yo mis riquezas le ofreciera,
si el oro y plata para sí quisiera,
y a mí la dulce vida me dejara;
¡Con cuánto ardor entonces me afanara
por adquirir el oro, y si viniera
a terminar mis días la Parca fiera,
cuán ufano mi vida rescatara!
Pero ¡ah! no se libertan de su saña
el hombre sabio, el rico ni el valiente:
En todos ejercita su guadaña.
Quien se afana en ser rico no es prudente:
Si en que debe morir nadie se engaña,
¿para qué trabajar inútilmente?
A mi esposa
Cuando en mis venas férvidas ardía
la fiera juventud, en mis canciones
el tormentoso afán de mis pasiones
con dolorosas lágrimas vertía.
Hoy a ti las dedico, esposa mía,
cuando el amor más libre de ilusiones
inflama nuestros puros corazones,
y sereno y de paz me luce el día.
Así, perdido en turbulentos mares,
mísero navegante al cielo implora,
cuando le aqueja la tormenta grave;
y del naufragio libre, en los altares
consagra fiel a la Deidad que adora
las húmedas reliquias de su nave.
La desconfianza
Mira, mi bien, cuán mustia y desecada
del sol al resplandor está la rosa
que en tu seno tan fresca y olorosa
pusiera ayer mi mano enamorada.
Dentro de pocas horas será nada...
No se hallará en la tierra alguna cosa
que a mudanza feliz o dolorosa
no se encuentre sujeta y obligada.
Sigue a las tempestades la bonanza:
siguen al gozo el tedio y la tristeza...
Perdóname si tengo la desconfianza
de que dure tu amor y tu terneza:
cuando hay en todo el mundo tal mudanza,
¿solo en tu corazón habrá firmeza?
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