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José Quirós y Lavastida, Cuba, 1872
No estabas tu
He vuelto a aquel lugar donde estuviste
escuchando mis versos a mi lado,
y encontré aquel lugar tan mudo y triste
como un revuelto nido abandonado.
El sillón que tú siempre preferiste
estaba en un rincón casi olvidado,
y hay lobreguez desde que tú te fuiste
y hasta el bello rosal se ha marchitado.
Al encontrar allí tanta tristeza
y sentir la letal melancolía,
me apoyé en tu sillón como quien reza,
cerré los ojos, te miré, alma mía,
y adoré silencioso tu belleza
creyendo que allí estabas todavía.
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