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Juan José Alcolea Jiménez, España, 1946
Soneto
Crece el silencio sobre el alma mía
y en ella dulcemente se me posa
cual en la cima leve de la rosa
se duerme el agua cuando viene el día.
Viene tan pura, tan clara la alegría
tan llena de pudor y tan hermosa
que el cáliz de mi cuerpo se rebosa
y añora otra celeste lejanía.
Mañanas que de luz, pausadamente,
me dais la claridad como alimento,
mudadme a una distancia diferente.
Robadme del pasar en que me intento
y, en otro ansiado mar, calmadamente,
levad mi corazón con otro viento.
Crece el silencio
Crece el silencio sobre el alma mía
y en ella dulcemente se me posa
cual en la cima leve de la rosa
se duerme el agua cuando viene el día.
Viene tan pura, tan clara la alegría
tan llena de pudor y tan hermosa
que el cáliz de mi cuerpo se rebosa
y añora otra celeste lejanía.
Mañanas que de luz, pausadamente,
me dais la claridad como alimento,
mudadme a una distancia diferente.
Robadme del pasar en que me intento
y, en otro ansiado mar, calmadamente,
levad mi corazón con otro viento.
Así
Como el monte al albor se va creciendo
ceñido por la luz que le rodea,
así tu viento, amor, en su tarea,
perfila este rumor en que me enciendo.
Así, sin ruido apenas, va puliendo
tu labio este cantil que me rodea
y va mi sangre haciéndose a tu idea
y yo de ti me voy aconteciendo.
Así, como el talud de fina arena
se va del aire cálido besando,
así ya tu caricia por mi vena.
Así, como esa lluvia que serena
va el suelo de sabores aventando,
así tu yugo, amor, y tu cadena.
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