Juan Pedro Cerrato,   España, 1963


Sentado bajo una parra

No quiero nada, sólo un poco de sol
o el aroma de la vid.
O que una mariposa se pare en mi hombro.
No quiero nada, porque ya lo tengo todo
si vivo. Si el sol da en la vid.
Si doy un mordisco a la manzana,
ocioso, sentado bajo una parra.


El fin del mundo

La playa tiene el agua clara,
poco profunda. Entro en el mar, y ando
hasta que el agua me llega a las rodillas.
El mar se mezcla al cielo en la lejanía
y los marineros dicen que ahí
acaba el mundo. Si sigo andando
por el mar llegaré al cielo.


Casa abandonada

La casa hace años que está abandonada
y aquí no viene nadie.
Sólo vengo yo: a caminar entre los olivos,
a leer, a mirar las lagartijas que salen
de las piedras. Si tú vienes
podemos mirar juntos las lagartijas,
hablar a la sombra de un olivo.


Otoño en el parque

El otoño ha pelado los árboles
dejando montones de hojas secas
y ramas rotas en el suelo.
Camino por el parque
y mis pasos hacen crujir la hojarasca.
Los árboles han quedado pelados
y yo quisiera vestirlos de hojas de colores.


Ramas que se lleva el torrente

Ha terminado de llover.
El torrente se lleva las ramas partidas
que han caído de los árboles.
No digo nada. La belleza es eterna
y las palabras se gastan enseguida.
El torrente –crecido tras la lluvia–
se lleva ramas partidas, un tronco podrido.


 
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