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Juan Cruz Varela, Argentina, 1794
A la memoria de mi padre
¡Oh Señor de la vida y de la muerte!
¿Por qué no me escuchaste? Yo humildoso
mi faz cosía con el polvo negro,
y te rogaba que el instante aciago,
señalado al morir del padre mío,
lentamente viniera, y tarde entrara
en la serie constante de las horas.
¿Por qué no me escuchaste, y en mis ojos
perenne material de amargo llanto
sin piedad has abierto? Si una sombra
de unirse había a las del reino oscuro,
¿Mi vida aquí no estaba? En flor yo hubiera
a la tumba bajado, y ningún hijo,
ninguna esposa, en mi morir pensara.
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