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Juan de la Cueva, España, 1543
Ojos, que dais la luz...
Ojos, que dais la luz al firmamento
y el fuego al alma mía, sed piadosos;
dejad la ira, y sed (pues sois gloriosos)
menos crueles al dolor que siento.
Dentro en mi pecho Amor os dio el asiento,
y dentro arden mis fuegos, rigurosos
de veros que sois blandos y amorosos
y tan sin piedad a mi tormento.
Bien conocéis de mi que por vos muero,
y por vos vivo, y sólo a vos os amo,
ojos, que sois los ojos de mi alma,
por quien la vida en tanta muerte espero,
y en las tristes querellas que derramo,
mi bien, descanso, gloria, premio y palma.
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