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Juan de Mena, España, 1411
Canción
Oiga su merced y crea,
¡ay de quien nunca te vido!,
hombre que tu gesto vea,
nunca puede ser perdido.
Pues tu vista me salvó,
cese tu saña tan fuerte;
pues que, señora, de muerte
tu figura me libró,
bien dirá cualquiera que sea,
sin temor de ser vencido:
hombre que tu gesto vea,
nunca puede ser perdido.
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