Juan Lozano y Lozano,   Colombia, 1902


Emociones

Cuando espiaba su gira vespertina,
sentí una facultad maravillosa
para hallar al través de cada cosa
un asomo de gracia femenina.

cuando sentí que su pisada fina
resonaba en la senda silenciosa,
tembló mi corazón como una rosa
cuando siente que el viento se avecina.

Cuando su vista se fijó en la mía
algo en mi frente se detuvo como
la luciérnaga azul de la alegría.

Cuando besé su cuello de gaviota
el universo parecióme un pomo
de esencia, y lo aspiré gota por gota.


El secreto

En la tibia quietud de nuestra sala
sentiré que te acercas a mi lado,
conteniendo el aliento fatigado
y en puntillas, como una colegiala.

Un secreto. Y tu mano, que resbala
por tus cabellos me tendrá vendado,
y en tu voz habrá un tono inusitado:
arrullará como si fuera un ala.

Luego, en silencio, en la penumbra densa,
saborearemos la fruición intensa
de un doble amor que se transmuta en uno.

Tanta ventura nos infunde miedo.
Mas, por instinto, lloraremos quedo,
como temiendo despertar a alguno.


Madre

Todo lo que hay de triste sobre el mundo
en tu espíritu, madre, resumiste,
por que no se dijera que lo triste
no es, además de místico, fecundo.

A tu intenso mirar meditabundo
tal emoción de transparencia diste,
como para explicar por qué; coexiste
lo diáfano, en el mar, con lo profundo.

Y hay tal valor en tu actitud sumisa
tal ilusión en tu palabra lenta,
y tanta austeridad en tu sonrisa.

porque la humanidad se diera cuenta
de por qué; se estremece ante la brisa
el bambú que resiste a la tormenta.


 
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