Juan Pueblo,   Honduras


El viejo reloj

Viejo reloj de mi despacho,
que insensible en tu corazón anida,
un ogro que implacable cuenta,
las horas finales de mi vida.

Reloj, cruel instrumento de tortura,
que el tiempo cuentas con tu tictac fatal,
pones en mi alma un siglo de amargura,
al recordarme de la vida su inminente final.

Detente reloj, en tu sofocado camino,
concede con tu pausa a mi alma atribulada,
la dicha de hacer que mi destino,
no sea el de ser sin llegar a ser nada.

Prolonga reloj, las horas de mi vida,
y mitiga el dolor de mi alma acongojada,
al presentir que el final se acerca,
sin haber completado la jornada.

Las perdídas horas que se fueron,
viejo reloj ayúdame a olvidar,
que jovén y viéndolo de color rosa todo,
tu presencia mis ojos no supieron apreciar.

Ayúdame reloj a calmar,
ésta ansiedad que a mi ser devora,
no te apresures con tu cruel andar,
prolonga un poco mas mi aurora.

Viejo reloj ¿No ves que estoy llorando?
¿No te mueven mis lágrimas de sangre?
De hinojos vengo a ti implorando,
que mitigues de mi alma su hambre.

Viejo reloj que las horas cuentas sin cesar,
que con el tétrico sonar de tu presencia,
marcando las horas al mundo haces pensar,
que también a el le marcas su existencia.

Mas si a mi súplica, viejo reloj, no accedes,
al menos concédeme como un final anhelo,
escribir la poesia que no se ha escrito,
para que me permita Dios la entrada al cielo.

(Hector A. Castillo)


 
A B C D E F G H I J K L M N O P Q R S T U V W X Y Z

Página Principal       Spanish Poetry