Julio Augusto Zachrisson,   Panamá, 1930


Japonería

Atravesó la estancia triste y quedo,
de su kimono entre los pliegues rojos,
fingiendo con sus pies el dulce enredo
de lirios que anduvieran entre abrojos.

El verde claro de un farol de Yedo
besaba con su luz llena de antojos
las negras cuentas que entornaba el miedo
entre la roja ojiva de sus ojos.

Pasó cerca de mí, pálida y sola;
besé con ansias su coturno viola
para quedar entre misterio y sombra,

porque los pasos de sus pies traviesos
se fueron apagando como besos
sobre las flores grises de la alfombra.


Melancolía de un fauno

Se presiente un anhelo de senos angustiosos,
de labios agitados por una fiebre loca,
y de las fondas salen los sones amorosos
del sistro de una virgen que a la caricia invoca.

Recorre la espesura con pasos temblorosos
un sátiro doliente: el vino lo sofoca;
y entre las linfas claras, dos flancos armonioso
disipan la tristeza que su mirada evoca.

Deslízase la luna trepando por las lomas;
y besa de los cerros que parecen palomas,
los perfiles plateados cual fundidos en yeso;

y el sátiro, caduco, se queda oyendo, mudo
cómo la última nota de su instrumento rudo
se apagó en el silencio como si fuera un beso.


 
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