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Julio Zaldumbide Gangotena, Ecuador, 1833
A las flores
Prole gentil del céfiro y la aurora,
nacida con el don de la belleza;
gracias con que la gran naturaleza
ríe, y su augusta majestad decora.
La luz del sol, que el universo dora,
no tanto de su frente en la grandeza,
cuanto en vosotras linda se adereza,
y con matiz más gayo se colora.
En el campo del éter las estrellas
son flores celestiales, y en el suelo
vosotras sois estrellas de colores.
Tan puras sois, en fin, al par que bellas,
que pienso que del mundo el claro cielo
no tiene cosas más ... que alma y flores.
El llanto
Cuando yo considero que en la vida
no he cogido de amor ninguna rosa;
cuando no miro en duda tenebrosa
surgir lejana una ilusión querida;
cuando de hiel colmada la medida
de mi dolor el cálice rebosa;
cuando el alma en su lucha tormentosa
se postra al fin sin fuerzas abatida,
la frente inclino; en abundante vena
desátase mi llanto, y baña el suelo,
y mi alma poco a poco se serena:
De la tormenta así el nubloso velo,
revuelto en confusión, se rompe, truena,
desciende en lluvia, y resplandece el cielo.
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