Justo Sierra Mendez,   México, 1848


Tres Cruces

Murieron, su deber quedó cumplido;
mas del paso del bárbaro monarca
guardaron las Termópilas la marca
clavando en una cruz al gran vencido.

Cadáver que bien pronto ha repartido
a jirones el viento en la comarca
y en cuyo pecho roto por la Parca
el águila del Etna hace su nido.

La sangre de Leónidas que gotea
en la urna de bronce de la historia,
a todo pueblo en lucha por su idea

ungirá con el crisma de la gloria,
como a Esparta en el día de Platea
al compás del peal de la victoria.


 
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