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Karen Devia, Chile, 1975
Las fronteras del delirio
No decimos lo que vemos por temor
la sangre reclama lirios
aún nos queda un poco de vergüenza
y la ropa de cama huele a musgo
Hay una diferencia ahora
en los espejos y el pulso
Nosotras
ya no somos las mismas
Las palabras
He olvidado algunas palabras
hemos tenido la lengua anestesiada
Morir a fuerza de imprevisto
morir de olvido de lagunas
morir incrustada en un lamento
morir espesa de una lágrima
Mejor no hacer dibujos
en las ventanas humedecidas
todo es un espejismo
Cazar el viento en una olla de cobre
peinar las distancias
hacer una ronda a la hora oscura
la ennegrecida
Y por las noches
tejer un lamento despacito
para que nadie vaya a sospechar
ser sólo una palabra
no sacar las páginas del armario
mejor acumular las ideas lejos de la gente
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