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Karla Sánchez, Nicaragua, 1958
Bajo el alero de la noche
Un cuarto sin ventanas
una jardinera transformada en sofá
un escritorio al centro de la sala
un pequeño televisor
tres sillones raídos
un zaguán convertido en pulpería
una vitrina guarda recuerdos del Perú
las fotos, un traje de etiqueta
la mesa de comer
un guiso sin papas que también es vida
vuelven.
Vuelve la sirena de un tren lejano, jamás visto
yo espero sentada bajo el alero de la noche.
Día habitual
Desde esta habitación asombrada por la tarde
matices naranja
denotan una estación ajena.
Salpicada de ocres, derivo del verde luminoso
y en esa sola imagen de un tiempo que no vivo
me detengo.
Vuelvo a la destreza de la lluvia
en la mañana sencilla de mi casa
sé que los semáforos se pueblan de miradas
y estacionada frente el rojo siento la fuerza del vacío.
Soy otro amanecer.
La noche ronda sin prejuicios
a su encuentro
atenta
permanezco.
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