Kato Molinari,   Argentina


La ley del débil

Domina el instrumento
por un memento mori.
No considera enemigos a
sus adversos ni a sus versos.

Lejos de permitir que cualquier león
se rinda a sus pies, bailaa con
el oso recurrente.

Nadie conoce ni sospecha la

felicidad del oso danzante en par.


Ciego

Ciego. La coreografía de su bastón es
moderada aunque crítica.

Ciego. Ronda esquinas, huele una cabellera
y se pregunta por qué no nació ladrón.

–Me hubiera gustado tener ojos negros,
recuerda por millonésima vez.

Y se mira en el espejo. Se mira en el espejo
y se contonea, satisfecho.

–Dicen que cuando sea viejo me pareceré a Borges,
tartajea y se hurta de sí.


 
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