Lázaro Domínguez Gallego,   España


Salmo

Gracias te doy, Señor, por el olivo,
por la luz ancestral de su corteza,
por esa rubia luz que su nobleza
nos depara amoroso, nunca esquivo.

Como una verde ofrenda, árbol votivo,
toda la hermosa luz de su belleza,
toda su robustez y fortaleza,
nos la entrega hecha aceite, lampo vivo.

El fruto de su sangre nos alienta,
nos cura las heridas y alimenta
este cuerpo que canta en su alabanza.

El fruto de su sangre sin mancilla,
oh milagro de amor, oh maravilla,
enciende nuestro mundo de esperanza.


 
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