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Luis Carrillo y Sotomayor, España, 1585
A una fuente
Lloras, oh, solitario, y solamente
tu llanto te acompaña, que, lloroso,
el eco usurpa deste valle umbroso
y triste oficio desta dulce fuente.
¡Ay, cómo en escucharte alivio siente
mi pecho, en sus diluvios caudaloso!
A no ser natural tu son quejoso,
mereciera una ausencia tu corriente.
Lloremos juntos, pues, y dure tanto
que al brío desta fuente presurosa
le dilate sus términos el llanto.
Mas vencerá mi ausencia querellosa,
pues de una ausente ingrata el dulce encanto
es causa a más efectos poderosa.
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