Luis de Camoens,   Portugal, 1524


El vaso reluciente...

El vaso reluciente y cristalino,
de ángeles agua clara y olorosa,
de blanca seda ornado y fresca rosa,
ligado con cabellos de oro fino,

bien claro parecía el don divino
labrado por la mano artificiosa
de aquella blanca ninfa, graciosa
más que el rubio lucero matutino.

Nel vaso vuestro cuerpo se afigura,
rajado de los blancos miembros bellos,
y en el agua vuestra ánima pura;

la seda es la blancura, y los cabellos
son las prisiones, y la ligadura
con que mi libertad fue asida dellos.


Amor es fuego...

Amor es fuego que arde sin arder;
una herida que duele, sin lamento;
un gran acontecimiento sin contento;
un dolor que maltrata sin dolor.

Es un querer tan sólo bien querer;
es andar solitario entre la gente;
es un no encontrar nada que contente;
es creer que se gana con perder.

Es estar prisionero a voluntad;
es servir a quien vence al vencedor;
tener con quien nos mata lealtad.

Mas, ¿cómo encontrar puede su favor
del muerto corazón conformidad
siendo en sí tan contrario al mismo amor?


 
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