Luis Alvarez Piñer,   España, 1910


Quiero cantar la vida...

Quiero cantar la vida que me falta;
ser, todavía, material de fuego,
dar a la sangre su desasosiego
y a las cenizas su misión más alta.

Ser Fénix contra mí, día tras día,
conciencia repetida de la muerte
cada minuto, voz que me despierte
de cada sueño, de cada porfía;

Memoria que me dé su fortaleza
contra la sangre de cada jornada
y contra la ceniza en la memoria.

Quiero cantar. En cada canto empieza
nuestra vida, se siente enamorada
la sangre. la ceniza es la victoria.


Sobre el último sueño...

Sobre el último sueño, en la incolora
solemnidad del ámbito vacío,
presagio de su póstumo desvío
un vuelo de gaviotas se incorpora,

latente jarcia, que abrirá a la aurora
la luminosa vela del navío
cuando aún será pasión el mar sombrío
debajo de la luna rondadora,

perdida ya de nuevo, entre la espuma
esponjada y gozosa en que la bruma
final se extrema, cauta y minuciosa.

Y al fin, de nuevo, el mar, ancha la vela
sin fatiga, glorioso. Y centinela,
otra vez en sus mástiles, la rosa.


 
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