Luis Andrés Zúñiga,   Honduras, 1878


Lo inanimado

No blasfemo, Señor. Es que no advierte
mi mente, cierta luz en tus arcanos....
¿Por qué el dolor nuestro placer pervierte
y somos desgraciados los humanos?

Después de darnos la insegura suerte
hoscas angustias y deleites vanos,
caemos al abismo de la muerte
y nos comen los lívidos gusanos.

¿De tu esencia no está todo impregnado?
Ah, Señor, nuestro pecho dolorido
más prefiriera ser, de lo que has creado,

roca inmóvil o gota de una fuente;
átomo entre los átomos perdido
de la obscura materia que no siente.


Otoño Espiritual

Hoy nace la primavera,
y se siente en la pradera
una amorosa fruición.
¡Qué hermosa está la Natura!
Va a cubrirse de verdura.
¿No despiertas, corazón?

La vida viene de nuevo
con el botón y el renuevo.
Hay temblor en la Creación,
y parece que la aurora
más bellamente se enflora.
¿No despiertas, corazón?

¡Despierta! Que todo ríe
y la Afrodita deslíe
mil besos en su canción.
El aire aroman las flores
Y cantan los ruiseñores.
¡Ah, estás muerto, corazón!


 
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