|  |  | Manuel Escudero,   España, 1954
 
 
 A Miguel Hernández
 
 Hubo una voz, un llanto que fue canto,
 sabor agraz de luna y limonero,
 un amor que de amar se volvió fiero,
 golpeado por la vida y el quebranto.
 
 Hubo una voz, un viento hecho lamento,
 de pueblo llano, pueblo jornalero,
 que enérgica voló buscando acento
 de niño pobre, trágico y yuntero.
 
 ¡Ay, Miguel, llevo al hombro tu figura
 que me dio pan y hambre, a dentelladas,
 en este mundo falso y decadente!
 
 Pan redentor de pena y de amargura,
 y hambre de amor, de almendros y de aladas
 páginas de fervor adolescente.
 
 
 
 |  |  |