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Manuel María Pérez y Ramírez, Cuba, 1781
Un amigo reconciliado
Por algún accidente no pensado
suele quebrarse un vaso cristalino;
trátase de soldar con barniz fino
y lógrase por fin verle pegado;
pero por más que apure su cuidado
el ingenio más raro y peregrino,
dejarlo sin señal es desatino,
siempre quedan señales de quebrado.
Así es una amistad de mucha dura;
quiébrase la amistad que hermosa fuera,
suéldala el tiempo con su gran cordura;
cierto es que la amistad se mira entera,
pero con la señal de quebradura
nunca puede quedar como antes era.
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