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Manuel Rico, España, 1952
Antigua tierra
En la región perdida que llamamos infancia,
en ese territorio que viejas lluvias hunden
en vagos claroscuros, dicen que desde siempre
nos aguada, con ropa de domingo,
una diosa cruel a quien llamamos
dicha o felicidad, qué importa el nombre.
Mantienes la conciencia de haber sido inquilino
de tan huidiza estancia porque a veces,
cuando el presente aplica sus decretos,
la memoria te vence y te convocan
presencias de aquel tiempo,
rostros que te dejaron
inerme ante el empuje de los años.
Y siempre, cuando intentas
conjurar la orfandad y los reclamas
no tardan en huir al refugio que habita
entre los pliegues de la inexistencia.
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