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Manuel Rueda, Dominicana, 1921
La noche alzada
Urdido soy de noche y de deseo.
¡Qué negro resplandor, qué sombra huraña
preludian mi nacer! En una entraña
de oscurecido asombro me paseo.
Buscador del contacto, lo que creo
vive en mis dedos como pura hazaña
de ciego amor y cuerpo que no daña,
adolescente siempre en su jadeo.
Con un rubor temido, con un miedo
de encontrarme la cara y la medida
del ignorado espacio en donde ruedo
justa en la luz y a su verdad ceñida,
alzo mi noche –todo lo que puedo–
ya sintiendo llorar mi amanecida.
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