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María Eugenia Caseiro, Cuba
Metamorfosis
Era un no se sabe cuándo
esperar la señal
o el puñado de arena
que le abriera las branquias.
Parió articulaciones;
del torso con aletas
brotaron escamas espinosas
y un brillo inalterable de sudores
le espesaron el eje y las espuelas.
Su grito rompió
aquel fino intermedio
en que la araña terminó de hilarlo.
Fuera del esternón
es apenas un timbre perverso
que imita la risa.
Me niego
He estado a punto
de emblanquecer como los ángeles
cuando el labio con que soplo el talco de los días
borraba la esfera del reloj
cuerpo de pájaros que aún me late.
He estado a punto de salir volando
en el ala lenta de las hojas
que espera una mano sin nombre
llenando crucigramas en la inercia,
sin profanar la mansedumbre
retenida en la blandura de la espalda.
Un rumor de secretos detrás de cada puerta
me lleva por las calles
sobre pies de plegarias
con zapatos de viento conmovido
apagando los pequeños incendios de la tarde…
pero yo me niego
me niego a ser un ángel.
Leftovers
Nos trazamos diferentes;
él con su camisa fría,
yo con mi vestido incierto,
escribiendo a la deriva
nuestros nombres.
Nos arrancamos los ojos
nos dividimos los parques
nos destrozamos las fuentes.
Yo con el rastro perdido
a la puerta de sus dedos mendigaba;
el hueso de su corbata muerta
el sudor sobrante de su tiempo
el diente de sus ojos clavado en mi corteza
la alquimia de su boca arrancando mis botones,
y un refugio a la intemperie
donde a contraluz los astros
me mintiesen.
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