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María José Fernández Calamonte, España
Se enamoró el caminante
Caminante voraz de trashumancia,
observador de ruta prefijada
que descubre y se escapa en la alborada
al escuchar la canción de la serrana.
Ya no sigue los pasos de la historia
sí, la mágica palabra de leyenda.
Es tragado por ollas y gargantas,
y festeja el dulce paladeo
de la imagen de extremas cotidianas:
la luna besa a Gredos
y Mérida coquetea con Guadiana.
En Hervás murmuran en hebreo,
Badajoz se aparece con turbante
y Cáceres persigue, el muy tunante,
a una moza del Casar como trofeo.
El ensueño anidó en el caminante
que ayer fotografiaba a la cigüeña
y que hoy, enamorado, la convierte,
por San Blas, en asidua compañera.
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