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María Luisa Milanés, Cuba, 1893
Tú no sabrás jamás
¡Tú no sabrás jamás! dice a mi grito
la esfinge silenciosa de granito
que clava en la oquedad de lo infinito
sus ojos claros, de mirar prescito:
¡Tú no sabrás jamás! Y en el maldito
vacilar de mi fe va el exquisito
voluptuoso temblor que es un delito
de leso amor, porque con él suscito
ese miedo cerval que engendra el grito
que a los ojos tranquilos de granito
piden el cruel secreto de infinito,
pesar que causa mi dolor prescito.
¡Tú no sabrás jamás!...dice a mi grito
la esfinge impenetrable de granito!...
Placeres mundanales
Placeres mundanales que el sendero
esmaltáis de la vida fatigosa,
huid lejos de mí, que sólo quiero
de mi tranquilidad la paz hermosa.
Postrada ante las plantas virginales
del Mártir del Calvario, su clemente
perdón quiero implorar. mientras mi frente
se lava de su sangre en los raudales.
Quiero pedirle que mi vida acabe
antes que yo le ofenda en algo grave.
Que me de verla allá en el Paraíso
puesto que con su muerte así lo quiso.
Que como me dio vida con su muerte
me de morir en El con alma fuerte.
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