Mariano Lebrón Saviñón,   Dominicana, 1922


Fuego en el río

La sangre está corriendo por tus montes;
la sangre se estremece en tu pradera;
mancha, cubre, se inclina en tu horizonte
con un silencio vivo de pantera.

Sube la sangre, gime, el río crece,
se va al cielo, lo roba, lo transforma.
Invade el caimital y lo estremece.
Va al flamboyánt para encontrar su forma.

Chisporrotea en tu árbol, va a la vena,
corre por las heridas de la arena,
el fuego va a la sangre, corre al río,

el hombre muere, surge, grita: salta
la sangre, el fuego corre vivo, asalta.
Sangre, fuego de amor, trópico mío.


Grillo

Gala del ruiseñor, mínimo hermano
que en soledad y amor hablas, te exhibes.
Va subiendo tu voz, plata y pantano,
por el torso del sol, el sol te inscribe.

Pequeño torcedor que en la amargura
al viento y al solaz vibras tu cuerda.
Hablas en soledad que te recuerda.
Gala del matorral, grillo en tu altura.


Rosa mejor

Y cayó un ruiseñor y otra campana,
y otra rosa mejor y otra mañana,
y otro ademán de amor y otro sentido
y otro elevado acento del olvido.

Tierno sólo en mi fe, toma su escudo.
Libre sólo al amor, toma sus alas:
nadie podrá lo que mi amor no pudo.


 
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