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Marino López Blanco, Cuba
Transmutación
Yo quisiera mostrarle por oír sus sollozos
las heridas que llevo dentro del corazón...
¡Si supieras...! Evocan oquedales de pozos,
la congoja y la angustia de la Crucifixión.
¿Quién dijera que un día su boquita escarlata
–la mendiga ardorosa de mis besos de amor–
transmutara en doliente carcajada que mata
la divina sonrisa de sus labios en flor?
En sus ojos ha muerto la visión de los ángeles;
ya no late el recuerdo de los bellos arcángeles
que en los sueños de rosa nos vieron a los dos.
La perfidia del mundo mancilló su conciencia,
y tiñó de negrura su fatal transparencia...
¡Hoy ya vive alejada de la mano de Dios!
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