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Mario Amengual, Venezuela, 1958
En la playa
Sale de la espuma de las olas
alzando su brazo izquierdo
con pausado movimiento
de gato que se despereza.
Sacude su cabellera negra
creando una llovizna deslumbrante
alrededor de sus hombros.
Su rostro y su pecho morenos
quedan cubiertos de gotas temblorosas.
En su ombligo ha nacido
un manantial que fluye apurado
hasta el rosado fosforescente
que apenas cubre su pubis.
En sus muslos de arcilla consentida
gozan la luz y las sombras.
Sus rodillas emergen
como un pueblo de conquistadores afanosos.
Sus pies, que culminan en un bien definido
y blanquecino filo, al fin
llegan a la arena y ella
se detiene contra el cielo y el mar,
justificando de cuerpo entero
la estética de su existencia.
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