Mario Valenzuela,   Colombia, 1836


El Llanero

Despierto el ojo, la nariz hinchada,
la frente erguida, trémula la crin,
tascando el freno, el suelo golpeando,
la oreja atenta al eco del clarín;

tal el noble caballo; y el llanero
mal vestido, tostado por el sol,
sacudiendo la lanza y con la vista
clavada en el ejército español.

Al frente un cuadro ve, la señal oye,
hace sentir la espuela a su corcel,
encórvase en la silla, centellean
sus dos ojos de rabia y de placer.

Un instante no mas! sangre chorrea
la roja banderola; en sangre está
tinto el nervudo brazo, y el caballo
sangre hace con sus cascos salpicar.


 
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