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Marta Mena, Guatemala, 1938
Tiempo cálido y anhelado
Cuánto quisiera en ti dejar, amado,
para hallarte en el pecho peregrino,
para ser lucecilla en tu camino,
para tender mis tiendas a tu lado.
Para que fuera mi alma tu hospedaje,
habitación tranquila mis dos ojos,
amarte sin temor y sin enojos
y ser compañera de tu viaje.
Ser grumete en tu nave decidida,
que se lanza a la mar de los sargazos
y al oleaje violento de la vida,
entre la niebla azul besar tus pasos
y naufragar sin brújula, atrevida,
en la playa redonda de tus brazos.
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