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Martín Adán, Perú, 1908
Quarta ripresa
–La que nace, es la rosa inesperada;
La que muere, es la rosa consentida;
Sólo al no parecer pasa la vida,
Porque viento letal es la mirada.
–¡Cuánta segura rosa no es en nada!...
¡Si no es sino la rosa presentida!...
¡Si Dios sopla a la rosa y a la vida
Por el ojo del ciego... rosa amada!...
–Triste y tierna, la rosa verdadera
Es el triste y el tierno sin figura,
Ninguna imagen a la luz primera.
–Deseándola deshójase el deseo...
Y quien la viere olvida, y ella dura...
¡Ay, que es así la Rosa y no la veo!...
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