Martina Pierra de Poo,   Cuba, 1833


Lucrecia

De patrio ardor el corazón se inflama,
y lucha en la batalla Colatino:
mientras el hijo del feroz Tarquino,
urde contra su honor, horrible trama.

Vuela aquel do su esposa le reclama,
y oye su acento, noble y argentino,
que le dice morir es mi destino,
manché mi honor, pero salve tu fama.

Perdona, pues, si a nuestro amor esquiva,
y de vergüenza y de dolor cubierta
un puñal en mi seno calvé altiva.

Ya la existencia es para mí desierta...
Y antes que intentes perdonarme, viva,
¡honrada quiero que me llores muerta!


Aulo Gelio

Por caprichos de un César insolente,
que humilde acata un pueblo corrompido,
en el Circo de Roma, envilecido,
la inmensa multitud ruge impaciente.

Salta el león sobre la arena ardiente:
sacude su melena enfurecida,
arrójase a su víctima atrevido,
y al llegar retrocede de repente.

El esclavo infeliz, Androcles era...
le conoce el león, lame su mano
en prueba fiel de gratitud sincera:

Acción hermosa que enseñó al Romano
que es más noble el instinto de la fiera
que el alma despreciable de un tirano.


 
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