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Martín Goygoechea Menéndez, Paraguay
Obsequio de boda
La secular pobreza que asedia a los poetas
hace que sólo ofrezca un ramo de violetas
a vuestra grácil novia, pues en cuestión de amores
una epopeya ha sido siempre un ramo de flores.
Vuestra novia es graciosa y muy dulce y muy bella;
lo galante sería ofrendarle una estrella
o un cordero blanco con grandes moñas rosas,
o sobre una azucena un par de mariposas.
Y en su defecto, fuera un obsequio cumplido
dos tórtolas albísimas sobre el plumón de un nido,
mas, como enviaros eso no puedo, por mis penas,
aunque haya mariposas, estrellas y azucenas,
luciendo una sonrisa, va el ramo de violetas
como la pobre ofrenda que usamos los poetas.
En la calma solemne...
En la calma solemne de la noche
el férreo Mariscal por vez postrera
su ejército revista. Sobre el negro
manchón de las vecinas arboledas,
se distinguen los cuerpos alineados
como una tenue pincelada. Llegan
con el viento los débiles rumores
que alza el Aquidabán. Alguna enseña
deshilachada, trágica, en la brisa
se extiende como un ala gigantesca,
y sobre ese puñado de guerreros
–la última falange que le queda–
¡parece el alma de la Patria misma
llamándolos a sucumbir con ella!
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