Mary Rosario Castillo Pizarro,   Chile


Del desamor

Ahora que mis cuencas ya no sangran
ni mis lágrimas besan arenales,
los días transcurren laxos e iguales
como las olas que la roca amansan.

En algún lugar todavía cantan
ángeles entre los cañaverales,
letanías por seres miserables
que su vida buscando el amor pasan.

Son las penas al hombre naturales,
como mariposas que a la luz danzan.
¡Qué sería del hombre sin afanes,

sin heridas que el alma a fuego marcan!
Como a la rosa son los espinales,
es la ingratitud a los que bien aman.


Cosa de voluntad

Mirando dentro de mí,
busco la fuente cantarina
que antaño manaba alegría y risas.

Sé que en el fondo
aún se inquietan las napas,
pero la voluntad se niega
a esgrimir el barreno.

Slo debo romper la costra,
dejar fluir el estero,
y avivar la semilla de una nueva vida.

Si el desierto puede florecer en invierno,
¿cómo no podría yo florecer en otoño?


 
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